Sábado. El amigable (pero traicionero) snooze casi nos hizo perder el tren. Caminamos desde Gare du Nord a un mini departamentito muy cute que alquilamos en Boulevard Saint-Germain y fuimos a la marcha gay. Después de comer fondue, nos aventuramos al Parc Montsouris, al sur de París. Dormimos una profundisima siesta de quién sabe cuanto tiempo. Caminamos por el parque y escuchamos un concierto al aire libre. Comimos, seguimos caminando y tomamos algo por el Quartier Latin. Y nos morimos de calor.
Domingo. Llegaron Maru y Lucas después de un imposible viaje por Aerolíneas Argentinas. Le confiamos el mapa a Jean Pierre. Fuimos a una muestra de fotos en la Maison Européenne de la Photographie, hicimos un picnic con baguettes en Place de Vosges, caminamos por Champs Elysees, lo despedimos a JP que se volvía a Londres y vimos el partido contra Mexico comiendo pizza en Gare du Nord y practicando un rudimentario francés.
Lunes. El mapa volvió a Maru. Fuimos al mercado de pulgas de Clignancourt, nos enamoramos de las antigüedades, hicimos un picnic en la torre Eiffel, visitamos la tumba de Napoleón, pisamos descalzos el pasto fresco, comimos en un barcito mirando a la gente pasar y espantamos palomas.
Todas estas actividades no hubieran sido lo mágicas que fueron de no ser por (en cualquier orden):
a) estar de viaje de fin de semana con Jean Pierre,
b) haber ocurrido en París y
c) haberlas compartido con Maru y Lucas.
Muy especial.
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